Recuerdas cuando te tirabas de los pelos porque tu cinta de cassette se había arrugado o cuando el CD que más te apetecía escuchar estaba tan rayado que apenas pasabas del primer verso de la canción?
Desde sus orígenes, los reproductores de música han sufrido una evolución apabullante hasta llegar a la era de los media player y la música en formato digital de la que podemos disfrutar actualmente.
Quizá los ya prácticamente olvidados walkman o discman sólo permanezcan en las estanterías de algunos nostálgicos, pero ellos iniciaron una era en la que, cada vez más, la música portátil se fue convirtiendo en una parte imprescindible de nuestro ocio diario.
Su aparición y evolución ha permitido que en la actualidad disfrutemos de reproductores portátiles que ofrecen una calidad de sonido excepcional y que no superan los 100 gramos. Por si fuera poco, también se han convertido en un signo de moda y por ello no basta con que dispongan de una buena calidad de reproducción, es imprescindible que tengan un diseño bonito y una estética cuidada.
Además de ir a la moda, nos gusta la libertad, la independencia y la seguridad. Conceptos muy atractivos y de los que hoy en día se puede disfrutar gracias a este tipo de reproductores. Esta es probablemente una de las razones por la que han tenido tanto éxito desde sus inicios. Y es que llevarte la música donde tú quieras, almacenar todas las canciones en un dispositivo que apenas notas que llevas encima e ir a la moda, es algo que no siempre ha sido tan fácil pero que ahora está al alcance de todos.
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Donde más se nota la diferencia entre los walkman y los discman antiguos y los reproductores de mp3 de hoy es en que antes, junto con el walkman tenías que llevar un bolso con las cintas de cassette. Eran tan aparatosas que sólo podías llevar 4 ó 5. Las cintas originales llevaban unos 30-45 minutos de música, y las «copieteadas» podían ser de hasta 120 minutos. Esto significa que tenías que ir renovando el repertorio de cintas que llevabas en el bolso para no acabar escuchando siempre lo mismo. Y para repetir canción había que rebobinar, con lo que se te iba toda la pila, o bien lo hacías con un boli BIC y mucha gimnasia de muñeca. Desde luego las cosas han mejorado muchísimo en la portabilidad de la música, aunque la música en sí no es que haya mejorado precisamente 😉